A lo largo de la historia las
religiones han pedido a sus comunidades que asuman verdades de fe, es decir
creer no por la razón sino por la opción libre y personal de asumir esto o
aquello como verdad…
El momento histórico, los avances
de la razón y la ciencia exigen que las personas conozcamos, comprendamos para
luego asumir. Y con esto no atentamos contra la fe o contra Dios. Para los
cristianos Dios es Trinidad, un Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo… Este
gran misterio no podemos seguirlo viendo como una verdad muerta que nos toca
creer o aceptar, tal vez esto ha causado que los cristianos no asumamos
compromisos reales y concretos con la transformación y re-creación de la
historia.
Es apasionante cuando
reflexionamos acerca del Dios que Jesús nos mostró con su vida. Es un Dios
inquieto, inconforme, al que le duelen sus hijos e hijas, que ama sin medida,
que nunca ha abandonado a los suyos aun en los peores momentos de la historia…
Es el Dios que se ha hecho presente
en la historia de tres formas:
1. Padre: que da la vida por amor (crea), que siempre acompaña, que
nunca abandona, que es compañero de camino. Esa era la experiencia de fe de Jesús,
por eso siempre estaba caminando con el pueblo, en calles, plazas, mercados y templos
buscando que otros experimentaran el amor de Dios.
2. Hijo: ese mismo Dios que crea, que da la vida, que siempre ha
estado ahí para sus hijos e hijas se hace hombre, asume la condición de los
suyos… Es decir, es un Dios que comprende nuestra humanidad, que sabe de nuestros
miedos y limitaciones y que con su vida espacial y temporal nos señaló el
camino: el amor. Un Dios que re-crea y
transforma la historia, por eso asumió nuestra condición para restaurar la vida
e iniciar una vez el camino.
3. Espíritu Santo: Un Dios que se hace presente en nuestros ser, que
habita en lo profundo de nuestros corazones, que nos guía y nos santifica.
(Santificar: restaurar nuestra vida acorde al plan de Dios). Un Dios que movido
por su amor se queda con sus hijos e hijas para acompañar, guiar y fortalecer.
Ese es el Dios de Jesús… Se
supone que debería ser nuestro Dios al ser seguidores del Maestro. Y ese Dios
es el que nos está pidiendo abandonar la indiferencia, la pereza, la “quejadera”,
la fe cultual y aparatada de la realidad para iniciar procesos de
transformación histórica que solo serán posibles con el compromiso, el amor, el
perdón, la lectura crítica de la realidad y los pequeños esfuerzos que cada uno
realice en las diversas situaciones en las que se desenvuelva.
EQUIPO ORIENTACIÓN