domingo, 15 de junio de 2014

CELEBRA LA VIDA REFLEXIONANDO

A lo largo de la historia las religiones han pedido a sus comunidades que asuman verdades de fe, es decir creer no por la razón sino por la opción libre y personal de asumir esto o aquello como verdad…

El momento histórico, los avances de la razón y la ciencia exigen que las personas conozcamos, comprendamos para luego asumir. Y con esto no atentamos contra la fe o contra Dios. Para los cristianos Dios es Trinidad, un Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo… Este gran misterio no podemos seguirlo viendo como una verdad muerta que nos toca creer o aceptar, tal vez esto ha causado que los cristianos no asumamos compromisos reales y concretos con la transformación y re-creación de la historia.

Es apasionante cuando reflexionamos acerca del Dios que Jesús nos mostró con su vida. Es un Dios inquieto, inconforme, al que le duelen sus hijos e hijas, que ama sin medida, que nunca ha abandonado a los suyos aun en los peores momentos de la historia…

Es el Dios que se ha hecho presente en la historia de tres formas:

1. Padre: que da la vida por amor (crea), que siempre acompaña, que nunca abandona, que es compañero de camino. Esa era la experiencia de fe de Jesús, por eso siempre estaba caminando con el pueblo, en calles, plazas, mercados y templos buscando que otros experimentaran el amor de Dios.

2. Hijo: ese mismo Dios que crea, que da la vida, que siempre ha estado ahí para sus hijos e hijas se hace hombre, asume la condición de los suyos… Es decir, es un Dios que comprende nuestra humanidad, que sabe de nuestros miedos y limitaciones y que con su vida espacial y temporal nos señaló el camino: el amor. Un Dios que re-crea  y transforma la historia, por eso asumió nuestra condición para restaurar la vida e iniciar una vez el camino.

3. Espíritu Santo: Un Dios que se hace presente en nuestros ser, que habita en lo profundo de nuestros corazones, que nos guía y nos santifica. (Santificar: restaurar nuestra vida acorde al plan de Dios). Un Dios que movido por su amor se queda con sus hijos e hijas para acompañar, guiar y fortalecer.

Ese es el Dios de Jesús… Se supone que debería ser nuestro Dios al ser seguidores del Maestro. Y ese Dios es el que nos está pidiendo abandonar la indiferencia, la pereza, la “quejadera”, la fe cultual y aparatada de la realidad para iniciar procesos de transformación histórica que solo serán posibles con el compromiso, el amor, el perdón, la lectura crítica de la realidad y los pequeños esfuerzos que cada uno realice en las diversas situaciones en las que se desenvuelva.  

EQUIPO ORIENTACIÓN 

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