Se dice que en el Domingo de Ramos se recuerda la
entrada Triunfal de Jesús a Jerusalén. Todo mundo sale con ramos en mano a
participar de las procesiones, lanzan vivas a su Dios y cantan con más ahínco
no sólo para animar las celebraciones sino para alabar a un Dios que no se
impone con la fuerza de la brutalidad ni con la violencia de la espada sino con
el amor y la ternura que sólo un Verdadero Dios, padre y madre, creador y
redentor del universo puede hacerlo. Porque al miedo milenario con que han
enseñado a Dios en infinidad de pueblos, lo combate sin más la sencillez, la
calidez humana, la sensibilidad social, el compromiso, la vida de un Nazareno
sin pretensión alguna de figurar en la historia, pero con la convicción clara
de hacer de este mundo un lugar donde reine el amor, la justicia, la paz y la
concordia.
En este sentido, pensar en esa entrada “Triunfal” de
Jesús a Jerusalén no puede menos que evocarnos la figura de Aquel en cada uno
de las amantes de la vida, de la paz, de la justicia, del amor, de la fidelidad
y del compromiso social que hoy encontramos actuando de manera comprometida y
desinteresada en nuestra sociedad Colombiana, tan sufrida y tan ávida de
grandes transformaciones que la conviertan no sólo en un mejor “vividero” para
nacionales y extranjeros sino en un verdadero “Estado Social de Derechos” como
reza nuestra constitución.
Ciertamente, no somos ajenos a la realidad de nuestro
país, así como no somos ajenos a los actores del conflicto, a las víctimas de
la violencia, a las posibilidades que existen para salir adelante, a los
personajes de la política colombiana que están convencidos hasta los tuétanos de
que el proyecto de la paz no se hace por la vía de la violencia o realizando
acuerdos amañados sino poniendo las cartas sobre la mesa, deponiendo los
orgullos y las rencillas particulares y pensando en el bienestar y el provenir
de tod@s l@s Ciudadan@s de esta bella y rica Patria.
Sin embargo, sigue habiendo quienes para dolor del
Cristianismo y del sueño de una Patria Justa y en Paz creen más en la fuerza de
las armas, en el confinamiento a las mazmorras que tenemos por Centros
Penitenciarios y a la misma muerte expresada en desigualdad, en “limpieza
social”, en el pésimo sistema de salud, en acaparamiento de las tierras entre
otras modalidades. Lastimosamente, muchos de ellos dicen llamarse Cristianos y
participar de acontecimientos de Fe como el que nos atañe este domingo.
Han pasado 2000 años de cristianismo y aún en estas
sociedades tan Evolucionadas no hay
lugar para las ideas absurdas, revoltosas, infantiles, heréticas y mamertas del
hombre de Nazaret, que de puertas de los Templos para adentro se le rinde
Culto, tributo y admiración, pero desde sus atrios para afuera no es más que un
idealista, un rebelde sin causa.
En resumen, si Jesús volviera hoy, como hace veinte
siglos, lo volveríamos a crucificar como hemos hecho con tantos en nuestra
sociedad que han soñado con un País de oportunidades para tod@s y con ello, la
primera parcela de ese “otro mundo posible.”
Que esta Semana Santa que comienza hoy, en donde se
rememora la vida del Maestro, nos
cuestione mucho en nuestras ideas, sentimientos, comportamientos, palabras,
gestos y métodos a la hora de recrear el mundo.
Norberto Tami - Equipo Orientación.