“Nada te turbe, nada te
espante, Todo se pasa, Dios no se muda. La paciencia todo lo alcanza; Quien a
Dios tiene Nada le falta: ¡Sólo Dios basta!”
Muchos podrán afirmar, desde la experiencia, que esta
reflexión es caduca para la época que estamos viviendo. Tal vez no han dado con
personas que sean brisa y fresco en las horas más veraniegas de su historia
particular o familiar.
“Es que no hay amigos”,
“ya no se puede confiar en nadie”, “amigo el ratón del queso”, entre otras
muchas expresiones revelan que el poema de Teresa de Jesús, como el cuento del
Reino de Dios son términos tan lejanos como desactualizados.
En contraste, muchos otros seres humanos afirmarán, desde su
vivencia personal que Teresa de Jesús tiene toda la razón, porque a lo largo de
su historia, han experimentado no sólo la cercanía de los suyos para sobrellevar
las vicisitudes sino que ellos mismos han sido soporte en las horas oscuras que
sufren aquellos que los rodean.
Es que de eso se trata la invitación que Jesús hace hoy, en
que seamos capaces de superar el providencialismo, de modo que no estemos
esperando siempre que todo nos llegue, a manos llenas, del cielo para ponernos
en la tarea de ser agentes del Reino de Justicia, amor y paz en cualquiera de
los espacios en que nos desenvolvamos.
Muchos tendríamos un gran afán por concientizar a quienes no
creen en Dios para que crean en Él, en su providencia, en su amor, bondad y
misericordia, y es claro que no hay una mala intensión en quienes soñamos con
eso, pero, ¿Cómo le decimos a tantos que desconfían del amor de Dios, que Dios
nos ama a todos mientras en todos los espacios de la sociedad nos envidiamos,
insultamos, agredimos y matamos mutuamente?
Entonces tendremos que ponernos en el ejercicio de crear nuevas
formas, espacios, situaciones y oportunidades que privilegien la práctica del
amor y sus derivados para que antes de organizar acciones conjuntas haya unos
mínimos de confluencia y de unión. Es decir, que nos preocupemos no sólo por
nosotros, sino también por los otros, para comprenderlos en las situaciones,
creencias y costumbres que generan sus sentimientos y acciones.
Ustedes y nosotros tenemos una gran tarea y es la de aprovechar
al máximo todas las virtudes, cualidades, dones y carismas que hemos recibido
con el regalo de la vida y aprender a compartirlas con cada uno de los que nos
rodean sólo por la alegría de ver cómo sus vidas pueden ser tan dignas y
felices como lo merece también la nuestra.
EQUIPO ORIENTACIÓN
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