domingo, 23 de agosto de 2015

Celebra la vida!



Por estos días la radio, la televisión, las calles y hasta muchas de nuestras casas están atiborradas de propaganda política…

Por estos días prolifera cual plaga, la verborrea demagógica de los discursos políticos cargada de sentimentalismo, patriotismo y promesas de grandes cambios económicos y sociales…

Por estos días abundan las expresiones de cercanía de la clase política para con el pueblo, se realizan grandes comilonas precedidas de emotivos discursos que llaman a la vivencia de valores como la unidad, la solidaridad con los más urgidos de esta sociedad, el apoyo y el trabajo en equipo…

Por estos días, muchos sucumben seducidos por la esperanza de algo mejor para su futuro; Esperanza que llega hasta la entrega de unas tejas, unos bultos de cemento, unos ladrillos, un plástico para cubrir una zona de escarpa, un tamal, un plato de mute, un trago, un número de payasos, en fin, son muchos los que al terminar esta contienda electoral quedan a la espera del cumplimiento de promesas hechas en campaña por aquellos a quienes eligieron como sus dirigentes políticos.

Esperar, esa es la dinámica del ser humano, esa es la frase de muchos a quienes por las circunstancias de la vida no les ha quedado más remedio que resignarse y esperar el turno que les conceda la historia.

¿Esperar? ¿Esperar qué? …¿que la historia nos dé un turno? -Y, ¿si no nos lo da?- ¿Esperar a que la clase dirigente nos solucione el problema de la casa, de los servicios públicos, del empleo, de la educación, de la salud? –Y, ¿si a la clase dirigente no le interesa ayudarnos o no le da la gana?- ¿Esperar a que las promesas de campaña se hagan realidad? –Y, ¿si nunca se hacen realidad?- Entonces, ¿qué hacer?

El presente, no pretende ser un discurso de mero tinte pesimista hacia la política porque esta es importante. Pero sí pretende dejar claro que si bien Todo es político, lo político no lo es todo. 

Existe infinidad de propuestas desde donde podemos abordar muy bien el tema del cambio, de la transformación de nuestro entorno. Una de ellas es Cristianismo, es decir, la vivencia de la existencia propia no al estilo de cualquier corriente ideológica sino al estilo del Maestro de la vida, Jesús de Nazareth, cuyas palabras son Espíritu y Vida. Espíritu porque calan en lo profundo del corazón de aquel que las oye con disposición y honestidad, y Vida porque se hacen concretas, reales y contundentes en la historia personal, familiar y comunitaria de aquel que las ha oído.

Las palabras demagógicas salidas de las mentes y las bocas deshonestas, aprovechadas, tramposas y bellacas de nuestra sociedad siempre serán eso, “palabras”, y no pasarán de serlo. En cambio las palabras de Dios hechas vida por Jesús no sólo darán sentido a nuestras vidas, sino que tendremos la posibilidad de hacerlas vida nosotros también, haciéndonos a su vez dadores de sentido de la vida a otros. Así haremos de esta dinámica una cadena de vida sostenible e inacabable, capaz de resistir a las estructuras de la muerte y capaces de amor, justicia, paz, solidaridad y transformación verdadera.

El verdadero cambio inicia cuando tomamos consciencia de nuestro valor y nos damos a la tarea de auto-transformarnos para salir al mundo a brindar lo mejor de nosotros mismos sin deseo de prebendas o reconocimiento alguno. La tarea es de Tod@s.

No es tiempo de esperar, es tiempo de Actuar.

EQUIPO ORIENTACIÓN 

sábado, 15 de agosto de 2015

Celebra la vida reflexionando



“El que coma de este pan vivirá para siempre”, les decía el Maestro a los suyos y estos no lograban comprenderlo. Se cuestionaban, se admiraban de aquellas palabras de uno que caminaba con ellos, que les enseñaba, que los acogió sin juzgarlos y condenarlos, que prefería estar con los pobres y pecadores. 

El Maestro estaba declarando a ellos su amor sin límite e incondicional por la humanidad. Les estaba diciendo que siempre contarían con él, que se la jugaba por la humanidad, que daría todo de sí por la construcción del Reino de Dios aquí y ahora, que ni su vida se guardaría para sí mismo. 

Antes de avanzar, preguntémonos: ¿Qué es eso de amor, amar? Y empezaremos por decir que no es nada de eso que nos vende el mercado, alguna música y algunas corrientes egocéntricas y egoístas. El amor en Jesús de sentimentalismos y egoísmo no tiene nada; el amor del Maestro es una opción de vida y una decisión por darse por completo al “otro” y a los “otros”. Amar entonces es igual a servicio, perdón, respeto, inclusión, acogida, esperanza, entrega, fe, justicia, bien común, cuidado de la vida… 

De este amor fueron testigos los doce y las mujeres que caminaban con ellos. Este amor sanó sus vidas y los dispuso a darse por completo en esta causa, por eso sin duda incendiaron el mundo con la Buena Nueva de Aquel Nazareno. 

Pero pasó el tiempo y a nosotros llegó tergiversado, nos enseñaron una antilógica del amor: Se nos dijo que primero debíamos amar a Dios. El amor empieza por la capacidad de amarse a sí mismo, de sentirse amado por el creador de la Vida, sólo sintiéndonos amados seremos capaces de amar a otros, a la vida, a la naturaleza y amando todo lo anterior sí estaremos amando al Dios de la Vida. 

El Maestro vuelve a decirnos que es el Pan de Vida, que habitará para siempre en nosotros, que nunca nos ha dejado solos en los afanes propios de esta existencia a ratos tan dura y cansona…  Esta es la certeza que no nos deja abandonar la lucha: que Dios mismo camina con nosotros, que comparte nuestras alegrías y tristezas. 

“El amor es la fuerza que transformará el mundo”…

EQUIPO ORIENTACIÒN 

domingo, 9 de agosto de 2015

Celebra la vida reflexionando

El amor infinito que nos tiene Dios y que nos ha demostrado en la persona de Jesucristo, no es propiedad de ninguna Iglesia o grupo religioso. Es propiedad de la humanidad entera ávida de grandes transformaciones que sólo serán realidad cuando nos dejemos tocar por ese amor grande de Dios hacia nosotr@s y empecemos a humanizar desde nuestros sentimientos hasta nuestros actos.

Antes de continuar preguntémonos, ¿qué alimenta nuestra vida? Y en ese sentido, saldrán muchos interrogantes más. Sólo por citar algunos: ¿Qué alimenta nuestra mente? ¿Qué alimenta nuestro corazón? ¿Qué alimenta nuestra fe? ¿Qué alimenta nuestra esperanza? ¿Qué alimenta nuestro proyecto de vida?

De alimento material nutrimos nuestro cuerpo, ese instrumento a través del cual podemos hacernos visibles en un mundo que nos masifica y reduce, pero, ¿de qué nutrimos nuestra existencia? – Es decir, nuestra manera de ser y hacer en el mundo.- ¿Qué es lo que verdaderamente nos mueve  a ser lo que somos y a actuar como actuamos? ¿Será acaso, el egoísmo? ¿La soberbia? ¿La autosuficiencia? ¿El rencor? ¿El miedo? ¿La ambición? ¿Será acaso, la alegría? ¿La solidaridad? ¿La humildad? ¿La misericordia? ¿La valentía? ¿El amor? No sé. Cada cual tendrá que realizar su examen de conciencia, enfrentarse a sus propios demonios y buscar la manera, si quiere, de hacer de su vida la oportunidad única de ser feliz.

Tal vez por pena, por desconocimiento o por rechazo, muy pocos dirán, que su vida se alimenta de Jesucristo, y sus razones tendrán para hacerlo, sin embargo, y sin el ánimo de generar controversias o rencillas anotaré que conozco seres humanos a quienes no les queda grande el título de creyentes, por cuanto se desviven en amor y todos sus frutos por sus semejantes. Esos, que a diario, y a pesar de lo turbio de las circunstancias sienten con los otros, se preocupan por los otros, luchan por su dignidad al lado de los otros y dan hasta la vida por los otros.

A través del relato Bíblico de hoy, el Dios de la vida  nos hace la invitación a dejarnos permear por su amor y a dar en comunidad los frutos que este produce, tal y como lo hizo Jesús, porque para ser su discípulo y hacer el bien no se necesita pertenecer a un grupo humano específico, ni a una religión o partido político en particular a cuyo nombre se anoten los créditos de la buenas obras, sino dejarse tocar, de verdad, por su amor infinito ese que se da para todos, que es patrimonio de todos, que da sentido a la vida de todos, y que por eso nos compete vivirlo a todos, empezando por la persona de cada uno y hasta expandirse a todos…

“Dime de qué alimentas tu existencia y te diré quién eres…”

 EQUIPO ORIENTACIÓN 




domingo, 2 de agosto de 2015

Celebra la vida reflexionando.

“No crean en los que mienten, roban y matan, ni en los que prometen felicidad y se alejan de los que sufren, en cambio los que son solidarios en el sufrimiento, merecen serlo en la prosperidad”

Palabras de Monseñor Isaías un colombiano que con el paso de los días, al igual que los Grandes de la historia, fue descubriendo que a Dios se le ama en los pequeños, en los débiles, en aquellos que necesitan una voz de apoyo, un consejo…  Levantó su voz de protesta contra la violencia, contra el narcotráfico y la injusticia… Murió asesinado por esos a los que la conciencia les duele ante una vida y unas palabras que sin miedo denuncian todo aquello que atenta contra la vida.

Pensé en estas palabras luego de leer el Evangelio que propone una de las iglesias para este domingo.  Cuenta el evangelista Juan que la gente buscaba a Jesús, que querían estar junto a él.

Esas personas empezaron a sentir la esperanza que produce un Hombre libre, coherente y cargado de amor. En Jesús descubrieron a un Dios humano y humilde que comprende su dolor, que les enseña con paciencia, que no los juzga, que aquí y ahora los quiere con derechos básicos respetados, que les da de comer, que los anima a soñar y construir “otro mundo posible” y que los invita a  creer y darse a la causa del Reino.  En Jesús el pueblo descubrió una nueva fe viva que se compromete con la Historia, que transforma realidades, que construye el más allá desde el más acá. 

Algunos judíos vieron que Jesús era diferente a todo lo que los rodeaba. No era como los sacerdotes incoherentes, ni como los poderosos egoístas, ni como  los que creyendo en ideologías políticas o religiosas accedían a la violencia buscando la libertad.

En Jesús encontraron el amor sin límite del Dios Padre que junto a ellos lucharía por la vida, la paz, el perdón, la justicia y la reconciliación.


Jesús era consciente del hambre, la pobreza y el miedo de quienes lo seguían; por eso, con profundo cariño,  les pide no quedarse sólo en el alimento material y los invita a hacer un acto de confianza en Dios. Les ofrece la certeza de que Dios, sea cual fuere la situación, siempre estaría ahí con ellos y para ellos… 

EQUIPO ORIENTACIÓN
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