Por
estos días la radio, la televisión, las calles y hasta muchas de nuestras casas
están atiborradas de propaganda política…
Por
estos días prolifera cual plaga, la verborrea demagógica de los discursos
políticos cargada de sentimentalismo, patriotismo y promesas de grandes cambios
económicos y sociales…
Por
estos días abundan las expresiones de cercanía de la clase política para con el
pueblo, se realizan grandes comilonas precedidas de emotivos discursos que
llaman a la vivencia de valores como la unidad, la solidaridad con los más
urgidos de esta sociedad, el apoyo y el trabajo en equipo…
Por
estos días, muchos sucumben seducidos por la esperanza de algo mejor para su
futuro; Esperanza que llega hasta la entrega de unas tejas, unos bultos de cemento,
unos ladrillos, un plástico para cubrir una zona de escarpa, un tamal, un plato
de mute, un trago, un número de payasos, en fin, son muchos los que al terminar
esta contienda electoral quedan a la espera del cumplimiento de promesas hechas
en campaña por aquellos a quienes eligieron como sus dirigentes políticos.
Esperar,
esa es la dinámica del ser humano, esa es la frase de muchos a quienes por las
circunstancias de la vida no les ha quedado más remedio que resignarse y
esperar el turno que les conceda la historia.
¿Esperar?
¿Esperar qué? …¿que la historia nos dé un turno? -Y, ¿si no nos lo da?- ¿Esperar
a que la clase dirigente nos solucione el problema de la casa, de los servicios
públicos, del empleo, de la educación, de la salud? –Y, ¿si a la clase dirigente
no le interesa ayudarnos o no le da la gana?- ¿Esperar a que las promesas de
campaña se hagan realidad? –Y, ¿si nunca se hacen realidad?- Entonces, ¿qué
hacer?
El presente, no pretende ser un discurso de mero tinte
pesimista hacia la política porque esta es importante. Pero sí pretende dejar
claro que si bien Todo es político, lo político no lo es todo.
Existe infinidad de propuestas desde donde podemos
abordar muy bien el tema del cambio, de la transformación de nuestro entorno.
Una de ellas es Cristianismo, es decir, la vivencia de la existencia propia no
al estilo de cualquier corriente ideológica sino al estilo del Maestro de la
vida, Jesús de Nazareth, cuyas palabras son Espíritu y Vida. Espíritu porque
calan en lo profundo del corazón de aquel que las oye con disposición y honestidad,
y Vida porque se hacen concretas, reales y contundentes en la historia
personal, familiar y comunitaria de aquel que las ha oído.
Las palabras demagógicas salidas de las mentes y las
bocas deshonestas, aprovechadas, tramposas y bellacas de nuestra sociedad
siempre serán eso, “palabras”, y no pasarán de serlo. En cambio las palabras de
Dios hechas vida por Jesús no sólo darán sentido a nuestras vidas, sino que
tendremos la posibilidad de hacerlas vida nosotros también, haciéndonos a su
vez dadores de sentido de la vida a otros. Así haremos de esta dinámica una
cadena de vida sostenible e inacabable, capaz de resistir a las estructuras de
la muerte y capaces de amor, justicia, paz, solidaridad y transformación
verdadera.
El verdadero cambio inicia cuando tomamos consciencia de
nuestro valor y nos damos a la tarea de auto-transformarnos para salir al mundo
a brindar lo mejor de nosotros mismos sin deseo de prebendas o reconocimiento
alguno. La tarea es de Tod@s.
No es tiempo de esperar, es tiempo de Actuar.
EQUIPO ORIENTACIÓN
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