domingo, 6 de abril de 2014

CELEBRA LA VIDA REFLEXIONANDO

“El dogmatismo redujo a Dios a un simple concepto. La experiencia nos lo confirma como fundamento de nuestra vida. ¿Conoces de Dios? O ¡Vives a Dios!”

Lamentablemente, a lo largo de la historia, el Dios que nos mostró Jesús ha sido promovido, enseñado y asumido como eso que no es: lejano, juez implacable, castigador,  autoritario, moralista y al que se debe temer.

Esto ha construido un encuentro con Dios vacío, temeroso y monótono, pues ¿Quién va con alegría a ser regañado, juzgado y castigado? ¿Quién puede confiar en un dios al que la limitación humana lo enfurece? ¿Quién puede amar y seguir a un dios lejano, jefe y cruel?

Hemos dogmatizado y moralizado aquello que se vive y se experimenta en la fe, en la oración, en el encuentro con el otro, en el amanecer, en la naturaleza, en los seres vivos…

En el evangelio de Juan capítulo 11 encontramos el Dios que Jesús vino a revelarnos. Cuenta que Jesús estaba con los suyos, caminando, conociendo la realidad de su pueblo, escuchando e iluminando vidas, estando en esto Lázaro enfermó.

El Dios de Jesús es un Dios amigo, es decir no es un Dios de jerarquías y poderes, se anima a caminar con la humanidad, a establecer relaciones de confianza y amor. Esa era la relación de Jesús con Lázaro, era de amistad, por eso dice el texto que Jesús apenas terminó con sus compromisos caminó al encuentro de su amigo. De caminó le dijo a los suyos que su amigo no moriría, es decir es un Dios de esperanza y no de muerte…

Cuenta el texto que al enterarse de la muerte de Lázaro lloró y se conmovió ante el dolor de la familia. Ese es el Dios por el que Jesús se animó a gastarse, a entregarse sin límites.

Es el Dios de la vida, del amor, amigo, compañero de camino, al que nuestras limitaciones humanas no lo llenan de ira sino de amor de Padre que escucha, guía y espera a que hagamos procesos humanos de conversión.

Es el Dios que se hace presente en la historia, Aquel al que la muerte violenta o injusta de sus hijos e hijas le duele y los conmueve.

Es el Dios del servicio, que lava los pies, que sirve la mesa, que acoge a prostitutas, enfermos, pecadores… Es el Dios al que el templo convertido en negocio le incomoda, al que la injusticia y la desigualdad le duelen.

Es el Dios Padre que ama su creación, a sus hijos e hijas y quiere para ellos la felicidad.

“Creo en Dios Abbá que no sabe de dogmas, simplemente ama; creo en el Emmanuel, que ya no nos llama "siervos" sino amigos; creo en el Espíritu Santo que habita en TODOS y hace posible su acción transformadora en nuestra existencia”

EQUIPO ORIENTACIÓN....

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