“Acoger
con serenidad la muerte, porque pertenece a la vida, implica el dar la primacía
a la vida y vivir una inexplicable libertad. Es vivir más y mejor. Es RESUCITAR”.[1]
Durante esta semana que
estamos cerrando todos escuchamos de Aquel Nazareno llamado Jesús, el Maestro
que cambió la historia de la humanidad. Cada uno a su manera, desde los
espacios propios de las celebraciones comunitarias, otros en el silencio de su
soledad, otros con lecturas fuimos admirando y actualizando la obra salvadora
de Jesucristo.
Cerramos con la pascua. La Pascua, el paso que los judíos celebran
de la esclavitud a la libertad, celebran a un Dios que no fue indiferente ante
el dolor de su pueblo e irrumpe en la historia para hacer procesos de
liberación personal y social. Pascua que
los cristianos celebramos como el paso de la muerte a la vida, del pecado a la
gracia, el mismo Dios asumió nuestra humanidad, nuestras limitaciones y desde
lo que somos nos redimió, nos señaló el camino.
Es interesante detenernos en
este día de alegría a pensar un poco en aquello que lleva a la Pascua. Cuando
nos acercamos a Jesús descubrimos a un ser humano en todas sus dimensiones, un
hombre concreto que vivió de tal manera que terminó restaurando la vida.
Tal vez la característica
más grande del Nazareno sea la libertad. Libertad que le permitió darse por
completo, sin esperar retribuciones por
sus obras, sólo motivado por el amor, sabiendo que esa semilla en algún momento
daría sus frutos; libertad que le permitió no dejarse envolver por el sistema
de su época y oponerse a todo aquello que dañaba la dignidad de los hijos e
hijas de Dios; libertad que le permitió darnos a conocer con sus palabras y
actos el verdadero rostro de Dios, es decir el Dios padre y madre, que nos ama
sin medida, que es paciente, que camina con nosotros; libertad que le permitió
asumir la cruz perdonando a sus verdugos; libertad que terminó en la nueva vida
para toda la humanidad.
La resurrección de Jesús es
el más grande don que Dios ha dado la humanidad, no solo en la vida eterna que
cada ser vivirá junto a Dios si no porque es una experiencia que se va gestando
en el aquí y en el ahora, sobre todo cuando cada uno de nosotros se anima a ser
libre, a no dejarse manipular por el capitalismo egoísta y suicida, cuando se ama
sin esperar nada a cambio, cuando se perdona comprendiendo las limitaciones
propias de la condición humana, cuando se sufre con el otro y se busca la manera de dignificarlo, cuando se
cuida y valora la vida en cualquiera de sus etapas y manifestaciones, cuando se
vive cada día como si fuese el último…
Feliz Pascua de
Resurrección!!!
Equipo Orientación
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